Usted, ladrón de mi voluntad,
del interminable tiempo que le dedico
enhebrando sus recuerdos,
responsable de mis insomnios lúbricos,
culpable del sobresalto
de mis pupilas al verlo,
no camine cual inocente que acaricia
y esconde la mano
venga y pague su condena,
responda por sus asaltos
a este cuerpo predispuesto
por los atracos de mis zonas eróticas
a mano armada de caricias.
Mi bello y deseado delincuente,
sométame con el terror
del lenguaje subversivo,
pídame ¡arriba las manos!
y deléitese con mis senos,
fije su atención en mis pezones malva.
Es hora de responder,
seré generosa otorgándole
el privilegio de escoger…
cómo, cuándo y dónde pagarla.
Yenis Muñoz
Yejasal